Un día como hoy en 1952 partía de este mundo nuestra querida Evita, abanderada de los humildes y protectora de sus descamisados.
Con gran dolor el pueblo te despidió y desde ese momento pasaste a formar parte de su corazón: allí, en la lucha contra las injusticias y en la convicción justicialista vivirás eternamente.
“Yo no quise ni quiero nada para mí. Mi gloria es y será siempre el escudo de Perón y la bandera de mi pueblo. Y aunque deje en el camino jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria.”
Procuremos, todos los días, llevar el honroso nombre de Evita como bandera a la victoria de una Patria libre, justa y soberana.