Hace un siglo, en la pequeña localidad de Napalpí, en la provincia de Chaco, Argentina, se desencadenó una de las matanzas más atroces de la historia del país. El 19 de julio de 1924, más de 500 indígenas qom y moqoit fueron brutalmente asesinados por la policía y estancieros mientras protestaban por sus derechos básicos: mejores condiciones de trabajo, acceso a tierras, atención médica y educación. Entre las víctimas se encontraban mujeres, niños, hombres y ancianos.
Entre las víctimas se encontraban mujeres, niños, hombres y ancianos.
La masacre de Napalpí forma parte del genocidio indígena perpetrado por el Estado argentino durante décadas. Sin embargo, durante mucho tiempo, esta tragedia fue silenciada y olvidada. Hoy, al conmemorar su centenario, es crucial recordar y reconocer este oscuro episodio de nuestra historia para avanzar hacia la justicia y la reparación.
En la actualidad, diversas organizaciones y comunidades indígenas luchan por mantener viva la memoria de Napalpí. Se realizan actos conmemorativos, se promueve la investigación histórica y se busca visibilizar la resistencia de aquellos que perdieron la vida en defensa de sus derechos fundamentales.
Como sociedad, debemos seguir reflexionando sobre nuestro pasado y comprometernos a construir un futuro más justo e inclusivo. La masacre de Napalpí no debe quedar en el olvido; su memoria nos recuerda la importancia de la solidaridad, la igualdad y el respeto hacia todas las culturas y comunidades.