El mundo despidió este 21 de abril de 2025 a Jorge Mario Bergoglio, más conocido como el Papa Francisco, el primer papa argentino, latinoamericano y jesuita de la historia. Tenía 88 años y su legado ya está sellado a fuego en las páginas del Vaticano… y del corazón de millones.
Nacido el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Bergoglio llegó al trono de San Pedro el 13 de marzo de 2013, cuando fue elegido como el papa número 266 de la Iglesia Católica. Su pontificado arrancó oficialmente el 19 de marzo de ese mismo año, y desde el primer minuto dejó en claro que no sería “uno más del montón”.
Francisco rompió con los protocolos desde el saludo inicial —ese famoso “Buenas noches” con acento porteño— hasta sus posturas sobre temas complejos como el cambio climático, la pobreza, la migración, la inclusión de las personas LGBTQ+ y los abusos dentro de la Iglesia. Cercano, directo y con un estilo descontracturado que a veces incomodó a los sectores más conservadores del Vaticano, se ganó el cariño (y también el debate) del mundo entero.
Durante más de una década fue una figura clave en la política global, no solo en el terreno religioso. Se reunió con líderes de todas las ideologías, medió en conflictos, pidió por la paz y puso en agenda el concepto de “una Iglesia en salida”, volcada al pueblo y no encerrada en los muros de la institución.
En Argentina, su país natal, su figura siempre generó pasiones cruzadas: para muchos fue un orgullo nacional, para otros una figura discutida. Pero nadie puede negar que Francisco fue un personaje único, con una voz que trascendió credos, ideologías y fronteras.
Hoy, la Plaza San Pedro vuelve a llenarse, pero esta vez de silencio, flores y despedidas. El papa que hablaba de misericordia, que viajaba con un maletín sencillo y que pedía “recen por mí” cada vez que podía, deja este mundo con una sonrisa humilde y un legado gigantesco.
Descansá en paz, Francisco. El mundo ya no será igual sin vos.